El pasado 2020 también se llevó consigo a Sergio de Loof, un artista (autoconsagrado) que supo construir su propia escena durante los 90s y dar refugio a sus congéneres, aquellxs que se encontraban excluidxs de todo. Gran referencia de la movida artística de esa década, su intención era crear “un arte y una moda hermosa para pobres y feos”.
De Loof generó varios espacios contraculturales en donde las disidencias supieron sentirse libres y celebrar la vida, entre tanta pálida que dejaba el SIDA. Aquellos centros under, mezcla de bar, boliche y centro cultural, fueron el telón de fondo de su creatividad.
Oriundo de una familia humilde de Berazategui, se animó a poner en valor aquellas prendas que encontraba revolviendo cajas en ferias americanas, e incluso revistas – esas bien aspiracionistas y cholulas -, y las transformó en espectaculares prendas de alta costura que fueron el vestuario oficial de sus desfiles nocturnos cuyos protagonistas eran sus amigxs, lxs pibxs del conurbano. Gran contrapunto del 90-60-90 al que nos tenía acostumbradxs Pancho Dotto, De Loof veló por democratizar la moda, convocando a bajitxs, peladxs y maricas.
Eso sí, había que contrarrestar tanto sushi con champagne, así que, qué mejor menú para aquellas noches de jolgorio que un alto guiso (hecho por su mamá) de plato principal y una buena damajuana para acompañar.
Su obra, acá http://sergiodeloof.com.ar/
*Esta imagen fue extraída de sergiodeloof.com.ar
