La Turba en Revista🎙️
- Radio La Turba
- 3 dic 2021
- 9 Min. de lectura
Edición N° 51 sábado 04 de diciembre de 2021
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DUBOIS, OBRERO DEL FÚTBOL
Por Emanuel Corrado
Corría el año 1995, una empresa sponsoreaba al club Lugano, por cada partido ganado el sponsor le daba $40 pesos adicionales a los jugadores. Ya llevaban 3 triunfos seguidos pero la plata no llegaba a los jugadores. El día estaba feo, muy lluvioso y la cancha complicada, Darío pisa el césped, o mejor dicho el barro, lo toma, y embarra la marca del sponsor de su camiseta.

Dario Dubois había comenzado su carrera un año antes en 1994 jugando para Deportivo Yupanqui, un tipo aguerrido y conocido por su carácter guerrero y por defender siempre la camiseta y sobre todo a sus compañeros, dueño de una sensibilidad absoluta ante cualquier injusticia. Su trabajo como futbolista del ascenso no le daba para vivir, por eso trabajaba como sonidista para algunas bandas, tocaba heavy metal, folclore y cumbia, llegó a ser parte de “Corré Guachin”.
Las historias de Dubois dentro de la cancha resaltan por sus reacciones inesperadas, una vez un árbitro le sacó la tarjeta roja y se le cayeron $1500 del bolsillo, Dario rápidamente los tomó y escapó hacia la manga del vestuarios perseguido por el juez del partido y sus ayudantes, una vez adentro se detuvo y le dijo: "este es el premio que vos me sacas por echarme". Devolvió la plata porque el tipo amenazó con suspenderlo 20 fechas. En 2003 denunció a un dirigente de Juventud Unida porque lo quiso coimear para que perdiera un partido, y en una ocasión amenazó con golpear a sus compañeros si salían a jugar sin haber cobrado todos sus sueldos, denunció a dirigentes por vender droga y a técnicos por quedarse con la mitad del sueldo de jugadores a cambio de ponerlos como titular.
Darío Dubois no tomaba alcohol ni se drogaba, no comía carne roja, no fumaba tabaco pero era abiertamente consumidor de marihuana y militaba su legalización, decía que no le gustaba el fútbol, solo jugaba para mantenerse en buen estado físico y porque era una ayuda económica, pero esto no le restaba profesionalismo. Dicen que entrenaba mucho y su compromiso por ganar un partido era absoluto.

Mientras jugaba para Ferrocarril Midland salió varias veces con la cara pintada al estilo kiss o Ghost, decía que le daba fuerza e intimidaba a los rivales, varias veces confesó que la pintura se la daba su novia travesti y eso incomodaba a los dirigentes de los clubes donde jugaba. El loco pintado de payaso ya venía siendo una molestia así que rápidamente la AFA prohibió que los jugadores salieran maquillados a jugar, un orgullo para él, un simple jugador del ascenso, haber sido quien obligó a la Asociación de Fútbol Argentino a hacer una ley... ese placer inmenso de incomodar a los que están demasiado cómodos.
En 2005 se retiró por una lesión que no pudo costear y que lo llevó a juicio con el club Victoriano Arenas que no quiso cubrir la operación, la AFA le cerró las puertas y desde el sindicato de jugadores no le dieron ninguna respuesta. El 2 de marzo de 2008 en Puerta de Hierro, partido de La Matanza, lo interceptaron mientras venía de trabajar en bicicleta junto a su novia, le dispararon varias veces y una semana después Dario Dubois dejaría este mundo.
Jugaba como defensor central, era un tipo duro pero de juego limpio, por eso era sospechoso que le sacaran una tarjeta, decía que no le podía pegar a un jugador que el lunes se tenía que levantar para ir al laburo y mantener a su familia.
Entrevista a Darío Dubois en Rock&Pop Mar del Plata:
UNA ORACIÓN DEL PADRE CARLOS MUGICA
Selección Olga Benso

“Señor: Perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos parezcan tener ocho años y tengan trece.
Señor: Perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no.
Señor: perdóname por haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas, de las que puedo no sufrir, ellos no.
Señor: Perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo.
Señor: Yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre.
Señor: Perdóname por decirles ‘no sólo de pan vive el hombre’ y no luchar con todo para que rescaten su pan.
Señor: quiero quererlos por ellos y no por mí.
Señor: quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos.
Señor: quiero estar con ellos a la hora de la luz.”
El 11 de mayo de 1974 moría acribillado a balazos el padre Carlos Mugica al salir de la Iglesia San Francisco Solano, donde acababa de celebrar una misa. Había nacido el 7 de octubre de 1930 en el seno de una familia acomodada.
EL DÍA QUE A DELFO CABRERA LE CORTARON LAS PIERNAS
Por Osvaldo Tangir

EL SONIDO RÍTMICO Y VELOZ DE SUS PISADAS LLEGA ENVUELTO EN UNA NUBE DE POLVO. EL OXIDADO QUEJIDO DE LA BOMBA DE AGUA, EL PIAR DE LAS GALLINAS, LA MADRE Y SU HABITUAL: “¡DELFO, LLEGASTE!! ASÍ ES RECIBIDO EL JOVENCITO, TRAS DAR CORRIENDO UNA VUELTA AL PUEBLO. QUIERE EMULAR AL ÍDOLO ROSARINO JUAN CARLOS ZABALA, GANADOR DEL MARATÓN DE LOS ÁNGELES, EN 1932.
“Mire cuando su hijo sea un Zabalita, mama”, le grita desde el fondo, mientras el chorro helado de la bomba llena el balde. Doña Juana sacude la cabeza. Como para pensar en juegos está ella, con seis hijos. Espuma el puchero y le dice: “Dale, corré como ese famoso Zabalita, sí, pero a darle maíz a las gallinas”. Y él pibe obedece, claro. A toda velocidad. A sus trece años quiere ser como ese muchacho que acaba de ganar el maratón olímpico de Los Angeles.
¡42 kilómetros! Calcula: igual a ir hasta Cañada de Gómez ida y vuelta, sin detenerse nunca. Respira hondo. Pero si el Ñandú Criollo lo hizo… Desde que se enteró del triunfo de Zabala, ve las calles de tierra de Armstrong, su pueblo, iguales a una pista de polvo de ladrillo, y por ellas, con la camiseta sudada, seguido por la multitud, en busca de la meta va él, el gran, el maravilloso, el único, el inalcanzable maratonista argentino Delfo Cabrera.
La buena fortuna lo cruza en el camino de Francisco Mura, el mejor entrenador del momento, quien lo lleva a San Lorenzo de Almagro y lo convierte en un corredor profesional.
EN EL CAMAROTE DE TERCERA, EL GOLPE DE LAS OLAS SE SIENTE MÁS CERCA. SUENA LA SIRENA DEL VAPOR, DENTRO HAY RISAS, GRITOS CHUSCOS, AROMA A VESTUARIO, UNA PARTIDA DE TRUCO SIN TERMINAR.
Atrás se le van quedando el pueblito donde nació, los naranjos del fondo de su casa, que su padre fue plantando al llegar cada uno de sus seis hijos. Atrás, sus manos niñas lastimadas por las chalas filosas al recoger el maíz; su trabajo en el horno de ladrillos, el traje de bombero: su vestimenta reglamentaria hasta hace unos días y la que usará nuevamente al volver. Atrás también quedan aquellos entrenamientos con más corazón que profesionalismo, y que su vecina doña Isordi se dedicaba a cronometrar. Todo eso está, pero no a bordo, junto a él. Solo le queda lo que tiene por delante, piensa.
Y ese pensamiento le da vértigo. Sus pies casi no se afirman sobre el linóleo de la cubierta. O acaso es ese barco, que cabecea que da gusto. Hace casi tres semanas está navegando rumbo a Inglaterra. El truco arrecia en el camarote. Sensini y el Negro Guíñez, sus compañeros, se divierten. Ya casi son amigos. El 7 de agosto los tres correrán el maratón. ¡el 7 de agosto! El mismo día que Zabalita ganó en Los Angeles.
Pero Delfo no juega a los naipes y mira por el ojo de buey el océano brumoso. Piensa en él mismo 16 años antes, aquel día cuando prometió ganar su propio maratón. Ahora, lleva, sin saberlo, el inapelable guiño del destino bajo la manga.
WEMBLEY ES UNA LEONERA. EL PÚBLICO ESPERA LA ENTRADA DE LOS ATLETAS PARA LA VUELTA FINAL. EN LA RADIO, EL RELATO EMOCIONADO DE WASHINGTON RIVERA, EN LA TRIBUNA: EL MURMULLO, LA GRITERÍA, LA SORPRESA. Y EL HIMNO NACIONAL COMO UNA CUÑA, EN EL CORAZÓN DEL IMPERIO.
Y corrió, tal cual lo había planeado con Mura, su entrenador, y con sus queridos compañeros; como en las pruebas contra los coreanos unos días antes; igual que en aquellas tardes en Armstrong, en Rosario, en los campeonatos nacionales ganados sin apretar el acelerador. Corrió como le había prometido a Rosita, su esposa. Como lo había hecho toda la vida, y como nunca más volvería a hacerlo.
La multitud apiñada esperaba ver entrar primero a Wembley al favorito, su compatriota Richards. Sin embargo, quien lo hizo fue el tambaleante belga Gailly, ya sin resto, y a su lado a paso raudo la sombra de una camiseta con una bandera azul celeste y blanca alrededor. Inalcanzable, erguida, con paso seguro, su portador cortó el hilo de llegada.
“Otro argentino, como Zabalita”, pensó ya en lo más alto del podio del emblemático estadio londinense, aquel sábado 7 de agosto de 1948. Primero entre los mejores cuarenta y tres atletas del mundo, el segundo llegó 16 segundos después. Bajo el bigotazo oscuro, la blanca sonrisa, y en el pecho, la medalla dorada, la ovación de las 70.000 almas, y el Himno Nacional cantado por una decena de criollos en la capital del viejo Imperio pirata.
“todo lo que yo fui sintiendo a medida que se desarrollaba esta película de cuarenta y dos mil ciento noventa y cinco metros lo sintió simultáneamente cuanto hay en mí de ARGENTINO”#
“… Le pregunto -¿Cómo hiciste? - Como siempre. Corrí de atrás, ocupándome más de mí que de ellos. Faltando cinco mil metros me coloqué primero. Aquí, al entrar al estadio, el belga apuró el paso y se me fue unos metros. Pero yo sabia que la carrera era mía... Después fue el abrazo a Guíñez, que se jugó una carta en su atropellada, quedando finalmente quinto. Y la efusiva felicitación a Sensini, octavo en una magnífica demostración de disciplina. El propio Sensini gritó después de llegar: -¡Ganó Cabrera, es como si hubiera ganado yo! Sobre la plataforma del homenaje, en lo alto, la bandera y el nombre de la patria junto a su apellido. Delfo Cabrera había estado más grande que nunca. Muy cerca de él, pisando el césped de Wembley, cantamos las estrofas del Himno. Las cantamos para todos los argentinos, llevándolos en la garganta y sintiéndolos en el corazón. Fue hoy, en Wembley”.
#Fragmento de la crónica del enviado especial Félix Daniel Frascara, Frascarita, escrita para El Gráfico: edición 1519, del 20 de agosto de 1948.
PLAZA DE MAYO ESTÁ LLENA DE GENTE, SE ESCUCHAN SIRENAS DE VEHÍCULOS DE BOMBEROS. HAY MÁS DE 100 MIL PERSONAS. ES 17 DE OCTUBRE. DÍA DE LA LEALTAD, POR LA CUAL MILLONES DE ARGENTINOS CONOCIERON TANTO LA DIGNIDAD AL IGUAL QUE LA CÁRCEL Y LA PERSECUCIÓN, COMO EL PROPIO DELFO.
“Los deportistas son los mejores embajadores que puede tener el país”, le dijo Perón en el balcón. Luego lo abrazó y le colgó la medalla de la Lealtad. Plaza de Mayo hervía de gente. Eso fue el 17 de octubre de 1949. Cómo olvidarlo. Delfo y el General reían y se daban palmadas delante de todo el mundo. Si hasta le regaló la casa en Sarandí. Pero hace ya siete años, una eternidad…
Eran felices con Rosa y los pibes por aquellos días: él había ganado el maratón en los Juegos olímpicos de Londres, entrenaba en San Lorenzo, iba al cuartel. Ella cuidaba a la prole en la casa de Sarandí. A la segunda hija le pusieron María Eva, ¡qué menos! La Señora y el mismo General fueron los padrinos.
Pero todo cambia, a veces para mal. A Perón lo voltean. Y a él lo echan de la Policía. De yapa, la advertencia de que ni se lo ocurriera volver a correr. A los 36 años, queda fuera de las pistas y es echado de la fuerza, por lo que tiene que abandonar el uniforme de sargento bombero.
Con su carrera trunca y vetado, como cientos de deportistas, en 1956 consigue al fin un trabajo, en el cual también debe usar uniforme: ahora es el de barrendero y pinchapapeles del Jardín Botánico.
Delfo Cabrera, el mejor fondista argentino de todas las épocas, nació en Armstrong, Santa Fe, el 2 de abril de1919 y falleció un accidente el 2 de agosto de 1981 en Alberti, mientras regresaba de un homenaje en Lincoln. Tenía 62 años.
MISS BELLAS ARTES
Entrevista a Lucila Morlachi
La actriz y escritora Lucila Morlachi, pasó por radio La Turba para charlar con Jime Mokesch sobre su libro "Miss Bellas Artes" que se presenta este sábado a las 21hs en el Centro Cultural Gleyzer (Quilmes.
Lucila contó sobre su trabajo como actriz y su encuentro con la escritura, "escribo desde que era chica, me gusta mucho leer, siempre escribí pero siempre fue un un pasatiempo nunca lo tomé como una carrera", también destacó: "hoy la escritura me está permitiendo independizarme y me regala momentos muy lindos"
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👉🏼 Así cerramos la semana en Hablando mal y pronto
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👉🏼 Por si acaso se acaba el mundo con Jimena Mokesch y la producción de Noe Muñoz
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👉🏼 Episodio número 16 de Cantoras.ar en la voz de Alejandra Lazcoz y las cantoras de nuestra tierra.
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Dirección: Natalia Vispo y Emanuel Corrado.
Escriben: Olga Benso, Turco Tangir, Emanuel Corrado.
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