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  • Foto del escritorNatalia Vispo

Entropía

Actualizado: 3 feb 2021


Entropía: en el ámbito psicológico, se dice de la cantidad de incertidumbre y desorden que existe dentro de un sistema.

Hoy les voy a contar acerca de Francis Bacon,

un pintor anglo-irlandés, que nada tiene que ver con su tocayo filósofo.

La obra artística de Bacon, claramente

de postguerra, se caracterizó por la crudeza,

que dejaba entrever la horda de pensamientos perturbadores que lo asediaban.

Un tipo en principio tímido y víctima desde adolescente de la homofobia que lo rodeaba,

supo vomitar su rabia contenida no sólo en su producción pictórica sino también en su espacio de trabajo.

Dio los primeros pasos como pintor autodidacta, reproduciendo en óleo y acuarela distintas obras muy conocidas, como las de Velázquez o Van Gogh. Pero sus reproducciones fueron tan duramente rechazadas por los eruditos del arte de aquel entonces, que la furia lo llevó a destruir su propia producción en una extraña experiencia visceral; acto que curiosamente comenzó a formar parte de su modus operandi. Bacon pintaba y destruía. Tomaba imágenes referenciales, y las desperdigaba por el piso de su taller, exponiéndolas a sus propias pisoteadas

y extravíos.

La imagen que vemos es de su atelier situado en Londres. Parece ser que Bacon, no sólo “creaba mejor” cuando se sentía perturbado, sino que además, necesitaba como condición vital para su obra, un ambiente caótico.

Bacon murió en 1992, y hacia 2001, Margarita Cappcock junto a un equipo de doce antropólogos se encargaron de trasladar el atelier Londinense a la ciudad natal del autor. Un trabajo bastante complejo

que precisó de un minucioso inventario para su exposición en la Hugh Lane Gallery, una sala municipal

muy prestigiosa de Dublín.

Los antropólogos debieron registrar topográficamente mediante fotografías la ubicación de cada uno de

los 7.000 objetos que Bacon había acumulado. Entre ellos 570 libros, 1300 bocetos, 2.000 latas de pintura, zapatos destruidos, discos de pasta, montañas de harapos. Entre los papeles también se hallaron 70 dibujos inéditos y 1.500 fotografías de Henri Cartier-Bresson.

Baratito el flete, el costo de la mudanza fue aproximadamente de dos millones y medio de dólares.

La buena nueva: cualquier atisbo de entropía que exista en la pila de ropa que dejaste en la silla, ya tiene

su justificación.

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